Desde hacía ya muchos años, había empezado a odiar los cumpleaños. Por culpa de las cifras que les encasquetaban. Aún así, no conseguía ignorarlos porque, en él, era más fuerte el placer de ser festejado que la vergüenza de envejecer.
Esta cita del libro La fiesta de la insignificancia de Milan Kundera la encontrarás en D’Ardelo
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Enviada por Celia hace 10 años
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